lunes, 10 de junio de 2013

Reunión 8: Desarrollo territorial

Resumen de la reunión del 4 de mayo: El desarrollo territorial en América Latina.  

Los textos comentados durante la última reunión del curso giraron en torno a la relación entre el proceso de globalización y el modelo de desarrollo territorial en América Latina. En el texto de Sergio Boisier, el desarrollo ha de entenderse, en general, como un proceso necesariamente local que puede interpretarse de tres formas: primero, como algo surgido de la matriz de la estructura productiva local; segundo, como un proceso endógeno de la economía; o tercero, como el empoderamiento de los agentes económicos y sociales de un territorio específico. Tras aclarar esto, el autor juzga que América Latina debe buscarse un hueco en la globalización y destaca, a este respecto, que la forma más adecuada para ello es a través de los proyectos de integración regional y de la apertura comercial de las economías nacionales.

Ahora bien, la globalización, en tanto que fase tecnocognitiva del sistema capitalista, se presenta, al menos en teoría, como una oportunidad para aumentar no ya únicamente la competitividad de las economías latinoamericanas, sino también, y es esto lo que nos atañe, mejorar las actividades productivas y el bienestar social en las zonas periféricas de toda la región. Cabría preguntarse, a la luz de esta afirmación, si la dimensión territorial de la globalización se corresponde con lo anterior. Dicho de otro modo, ¿qué impacto ha tenido la movilidad de capitales sobre el territorio? ¿Lo ha devaluado de cara al mercado o ha facilitado su especialización? Dar una respuesta concluyente a esta cuestión en absoluto es fácil, sobre todo si tenemos en cuenta que el sistema económico mundial se ha convertido, qué duda cabe, en un espacio de comercio único en el que las unidades productivas, principalmente las empresas multinacionales, pueden desplazar sus inversiones de un territorio a otro a fin de aprovechar las ventajas que ofrece cada uno. Entonces, ¿cómo se puede impulsar el desarrollo local en América Latina en el contexto de la globalización? Según Boisier, la globalización puede ser beneficiosa en la medida en que haya un proceso de integración comercial previo y que se creen nuevos centros de aglomeración que ofrezcan mayores economías de escala al tejido empresarial latinoamericano. De lo que se trata, pues, es de relanzar la competencia a escala regional, de reconvertir la estructura económica y diversificar los mercados a los que se destinan los bienes y servicios producidos. Y para ello, la producción debe realizarse en forma de red, incorporando en ella a diversos agentes, desde empresas privadas hasta instituciones educativas, y siguiendo unas pautas de organización más horizontales.

De otro lado, el texto de Francisco Alburquerque muestra cuán relevantes son las estrategias latinoamericanas de desarrollo local en la actualidad. Éstas surgieron, afirma el autor, como una respuesta «desde abajo», desde la sociedad, a las sucesivas crisis económicas de los años ochenta y noventa y a la incapacidad del Estado para articular políticas que lograsen mitigar los efectos de las fluctuaciones cíclicas en una región o una localidad. No obstante, el gran reto al que se enfrentaron —y aún se enfrentan— éstas estrategias no es otro que la falta de un acuerdo institucional respecto de las cuestiones territoriales: no hay una continuidad en estas iniciativas socioeconómicas en gran parte porque no se ha alcanzado un consenso suprapartidista a propósito de su contenido y su forma, de tal suerte que resulta imposible plantear hoy una estrategia territorial coherente a largo plazo. En todo caso, para que un proyecto de esta naturaleza pueda llevarse a buen término, es imprescindible conjugar la iniciativa de los agentes privados, ciudadanos y empresas, con la acción pública de las distintas administraciones del Estado. Así, por ejemplo, en el ámbito local, los ayuntamientos y las micro y pequeñas empresas, el grueso (más del 90 por cien) del tejido empresarial de América Latina, deberían colaborar para definir entre sí políticas mesoeconómicas (relativas, entre otras cosas, a la innovación, la formación, el acceso al crédito y a la organización del territorio) que promuevan, como se ha visto en Boisier, la articulación de una red local mipymes; todo ello permitiría aumentar la productividad de estas empresas, mejorar su organización interna y la calidad de sus productos e incrementar su cuota de mercado. Los planes estratégicos llevados a cabo en algunos estados de Brasil son buenos ejemplos de esto, ya que han favorecido, con cierto éxito, la producción en pequeños espacios. Otro caso, más complejo que el anterior, es el de Bolivia, en el que se han combinado diversos planes de desarrollo local con un plan nacional de desarrollo... Finalmente, ya en las antípodas, cabría destacar el programa «Chile emprende», suspendido tras el último cambio de gobierno, a través del cual se buscaba impulsar el desarrollo de la economía chilena siguiendo un modelo tradicional de concertación entre el Estado central, los ayuntamientos y los empresarios.

En definitiva, las estrategias e iniciativas territoriales, resultado éstas de la llamada innovación social de los años ochenta y noventa, con la que se intentaba incluir a la sociedad en los procesos económicos y crear una nueva cultura de participación ciudadana, se enfocan en el desarrollo de las economías locales y en el progreso social. 

Observación: José Ignacio Díaz

No hay comentarios:

Publicar un comentario